Historia

        

        Comenzaba la década de los 90 y eran momentos de cambio para una generación; estábamos saliendo de la adolescencia, la energía recorría todo nuestro cuerpo y deseábamos hacer cosas… aún no sabíamos cual era nuestro sitio. Está claro que vivir en un pueblo pequeño te marca, para lo bueno y para lo malo, y una de esas cosas que durante años había estado con nosotros, acompañándonos, se estaba muriendo; después de varias décadas y siempre bajo la tutela de nuestros mayores, el equipo de la aldea acababa de desaparecer. Aún así, nada había cambiado: seguíamos yendo a la tienda el fin de semana, en verano el teleclub era una vía de escape; pero, algo dentro de nosotros, nos decía que soplaban nuevos vientos; de cambio.

        Todo comenzó del modo habitual: un día sale el tema, empiezas a hablar, se une más gente y, de repente, te encuentras, al cabo de pocos meses, dándole patadas a un balón. ¿Y por qué? Nos lo hemos preguntado muchas veces y aún hoy no lo tenemos claro; la mayoría éramos gente que nunca habíamos jugado a fútbol, otros venían desde deportes alternativos, había incluso quien no sabía lo que era el fuera de juego. ¿Qué fue, pues, lo que unió a tanta gente diferente? ¿Por qué este nuevo proyecto?

        Aún hoy no lo sé, no sé porqué sucedieron las cosas, pero tampoco me importa; lo que realmente valoro es como pasó todo: la unión entre nosotros, el público, las discusiones acerca de si era mejor extremos o interiores, los viajes, los entrenamientos bajo o la lluvia o las durísimas pretemporadas; el jamón nuestro de cada domingo; la tensión antes de salir al campo; la cara de agradecimiento de toda la gente al acabar el encuentro y que sabe que lo has dado todo, que te has exprimido hasta la última gota. Por ello, cada partido, no era nuestro objetivo el ganar; no nos dábamos cuenta, pero lo que pretendíamos era demostrar algo: que éramos capaces de salir al campo y darlo todo; que la gente fuese feliz sabiendo que un grupo de amigos, hijos, vecinos,… seguía creyendo en un sueño, en su sueño.

        Con el tiempo llegaron los éxitos, los fracasos; las victorias, las derrotas; con el tiempo nos hicimos mayores y, poco a poco cedimos el sitio; pero no importa; el trabajo ya estaba hecho y habíamos sentado la base; por ello, cuando me acerco algún domingo al Cruceiro y veo lo que hemos creado entre todos, me enorgullezco de haber formado parte y me doy cuenta que el verdadero valor de este equipo está en lo que ha legado a los jóvenes de hoy. Por eso, me gusta acercarme al vestuario y sentirme, de nuevo, uno más y emocionarme al tiempo que grito para mis adentros:

        Un, dos, tres, PALMÉS.